martes, 26 de febrero de 2013

CREER O REVENTAR

     Siempre culpé a Disney por mis alta expectativas con los hombres. Quizás tantas películas de princesas cuando era chica y tantas novelas de Thalía en mi adolescencia contribuyeron a que mi drama queen interior crezca y por momentos sienta que mi vida es un cuento.

    Es evidente que no vivo en un cuento, pero por lo menos hoy comprobé que ésta puta vida está ensañadísima conmigo.
    Como sabrán, como en 10 días - repito DIEZ DÍAS - estoy volando hacia Barcelona (mi nuevo hogar por tiempo indefinido), decidí venirme 3 días a pasar con mis viejos al campo. [resumen: ellos hace más o menos 7 años mandaron todo al carajo en la capital, y se mudaron a Baradero y son felices con su casita, perro labrador y vida de campo. Cosa que nosotros, sus tres hijos porteños, agradecemos de corazón porque ligamos una "quinta de fin de semana"]
    Me estoy yendo por las ramas. Entonces me vine a estar un poco con los viejos, disfrutar un rico vino con el papá escuchando un disco de los beatles y comer unos zapallitos rellenos de mamá.

    Hoy, después del almuerzo, como modo de "agasajo", me proponen hacer unos kilómetros e ir a pasear a San Antonio de Areco, ciudad antigua de la cuál estoy perdidamente enamorada. Hasta hoy, claro está.
    En fin, paseamos, nos sacamos fotos, mate va, mate viene, charlamos con tres viejas divinas que nos regalan unos pastelitos caseros deliciosos. Y en eso frenamos en la plaza principal y nos sentamos en un barcito increíblemente hermoso y antiguo a tomar algo. El bar, preciosa esquina antigua de la ciudad, venía a ser como una casa vieja "tipo chorizo" reciclada. Lo sensacional, es que había cuatro locales que daban al patio interior. Obviamente lo dejamos al viejo sentadito en la mesa y mamá y yo nos adentramos a los locales. Entramos al primero, nada interesante y todo muy caro. En el segundo, compramos una "bombacha de gaucho" talle 00 para mi preciosa sobrina del corazón, Martina, que mañana cumple sus primeros 3 meses de vida. Y en el tercero - es acá donde tienen que estar atentos - me enamoro de una remera tejida a mano. Me la pruebo, me encanta, diviiina, me la llevo. La vendedora, una mujer cincuentona rubia, con acento extranjero, muy simpática, me daba charla: "así que te vas a vivir a España? Que hermoso" Y en eso, cuando nos acercamos a la caja para pagar, observo que detrás de la simpática vendedora, hay un cuadro y unas tazas con flores pintadas a mano. Las miro fijamente y tomo el bello cuadro y miro la firma del autor: Diane O´Dwyer. Un frío recorre mi espalda y se lo muestro a mi mamá, que me dice: "y quién es??" a lo que respondo: "diana rrrrrummmboll" (dícese de la MADRE de #YASABEMOSQUIEN)
      Ustedes se preguntan cómo llegó un cuadro de mi ex suegra al local? Si, yo también. Sigan leyendo, queridos lectores, esperen a ver cómo termina esté épico episodio (por no decír: MOMENTO DE MIERDA).
     Claro, mamá se da cuenta, me mira con esa mirada de perrito mojado y se queda callada. Pero quien sigue hablando es LA VENDEDORA. Que me dice: "Ah! Conocen a los Rumboll??". La cantidad de respuestas poco sutiles que se me cruzaron por la cabeza son infinitas. Pero no, me comporté como la dama (si, che) que soy y dije: "si, soy AMIGA de los hijos". Pero mi madre, con muy poco tacto dice: "sii, florencia casi se convierte en una Rumboll". Está claro que en ese momento sólo deseaba tener ésto en mi poder: cianuro
     Pero eso no es todo, amigos! La simpática vendedora - quien en ese momento se convirtió en la bruja de los 101 dálmatas - no se da por aludida al comentario de mi madre y ME SIGUE HABLANDO. "Así que los conoces? Ayyyy Maurice es un ser increíbleee. Con Diane hay que encontrarle la vuelta, pero es genial." "Y los hijos? viven todos en Bs As??" "conoces la casa de Los Cocos??" "Porque Maurice y yo estamos emparentados unas generaciones atrás."
     Ya para ese entonces me sentía así: AHHHHH

     Desde luego, pongo mi mejor sonrisa - aunque ya se podían percibir mis primeras lágrimas - le agradezco la atención a la señora, y nos retiramos del local. Mi madre, que en ese momento recupera el sentido común que había perdido hace unos minutos, me deja un rato sola y puedo llorar en paz. 

    Ahora si, acompañenme a mi reflexión final: LA RECALCADA CONCHA DE LA LORAAAAAAA! ME RECONTRA REMIL CAGO EN LAS PUTAS CASUALIDADES DE LA VIDA!!!
    Alguien puede ser tan amable de explicarme CÓMO CARAJO hice para terminar descubriendo un pariente lejano del tipo que me rompió el corazón en un local de recontra mierda de un pueblo de recontra remil mierda? En serio. ALGUIEN PUEDE EXPLICARMELO?

    No estoy segura de qué significado tengo que darle a éste episodio (los calificativos de: momento de mierda y casualidad de orto ya se lo puse)
    Pero después de llorar un rato, llegar casa y tomarme un vinito con Horacio, sólo puedo decirles una cosa: the beatles - ob la di ob la da



...lalala, life goes on. 
(o por lo menos, espero que así sea.)

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