martes, 10 de septiembre de 2013

NO PODER IR NI CON LAS RUEDAS

     No puedo más. Lo he intentado de todas las maneras, pero no hay quien se entienda con esta gente. Los he hecho todos, yo, de esfuerzos. Pero, para decirlo sin embutidos, desde que he llegado a este país, tengo la sensación de que me están tomando el número. Hable con quien hable, parecen todos tocados del ala. No me lo acabo. Es como si no me sintieran hablar. Y eso que intento hacer los ojos grandes, pero esta incomprensión me duele más que un ojo de pollo. Y no es que pretenda que vayan todo el día haciéndome besos, sólo faltaba, pero lo cierto es que no resulta agradable que la gente que te rodea te mire como si no te entendieran ni un copo. Y eso que yo me presto a todo, que estoy siempre dispuesta a hacer todos los papeles del auca. Pero no hay nada que hacer. He pensado muchísimo todo ésto, y no he conseguido sacar el agua clara. De golpe y vuelta, me he cansado de ver a la gente hacer mudos y a la jaula cada vez que me dirijo a ellos. De modo que, después de abatir las cartas una y otra vez, he decidido tocar el dos a pie de gato. Ya pueden hacer el mejillón, que yo me iré por donde vine, sin decirle a nadie ni asno ni bestia. Al cabo y a la fin, soy una persona sensible, y hace demasiado tiempo que, por culpa de todo este asunto, no puedo dormir como el yeso, tanto como me gusta. No hago más que pensar con este problema. Pero bueno, como dicen los refranes, tal harás, tal encontrarás, y también, tal día hará un año. Ésto se acabó. Y he aquí un gato y he aquí un perros y he aquí que el cuento ya se ha fundido.


DIAGNÓSTICO:

Barbarismo: falta cometida al adaptar a una lengua palabras o expresiones de otro idioma. 




*Texto de Flavia Company (nacida en Argentina, exiliada en Catalunya)

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